Descubrimos y analizamos los primeros dos tipos de Hábitos, teniendo en cuenta de que:
Tenemos 3 tipos de hábitos: conductuales, credenciales y personales.
Los hábitos conductuales o de comportamiento son todas aquellas acciones que, una vez adquiridas, repetimos automáticamente sin pensarlo.
Nacemos con una serie de comportamientos ya aprendidos, como respirar y tragar, por ejemplo, o acciones que nos garantizan la supervivencia. Aprenderemos otras acciones con el tiempo, como el control del cuerpo, la destreza, caminar, comer y hablar. Estas también son, por así decirlo, acciones innatas, pero tuvimos que experimentar numerosos fracasos antes de que ese comportamiento se convirtiera en un hábito. Hoy somos capaces sin pensarlo, de amarrarnos los zapatos, cepillarnos los dientes, conducir, leer, escribir, etc., comportamientos que al principio no eran fáciles y requerían de toda nuestra atención consciente.
Una vez que se ha aprendido la acción que subyace a ese comportamiento en particular, se crea una memoria que se recuerda cada vez que necesitamos satisfacer esa necesidad en particular.
Por la mañana, después del desayuno, nos cepillamos los dientes sin prestar atención a todos los movimientos que hacemos, de hecho solemos pensar en otra cosa completamente diferente. O cuando pensamos nos rascamos la cabeza, si tenemos dudas nos tocamos la barba…
Lamentablemente, sin embargo, como hemos visto, también aprendemos hábitos nocivos, como, por ejemplo, encender automáticamente un cigarrillo después del café o revisar el teléfono cada 5 minutos: te despiertas y lo primero que haces es desplazarte por tus notificaciones: vas al baño y te lo llevas, te subes al autobús y, para pasar el tiempo, desplázate por el feed de tu red social favorita. Y podría seguir y seguir.
Un cigarrillo después del café de la mañana, quedarse dormido en el sofá por la noche viendo la televisión, viendo las noticias al despertar, etc. etc. Son todos hábitos que no nos hacen bien, ni al cuerpo ni a la mente, pero que hemos asimilado y ahora forman parte de nosotros.
Cuando la conducta ha sido “depositada” en el inconsciente, se recuerda cada vez que una determinada señal llama nuestra atención. Cada vez que te encuentras en esa situación particular (señal), “reaccionas automáticamente” con ese comportamiento particular (acción).
Para concluir, por tanto, todo hábito de comportamiento es recordado por una señal (café por la mañana) a la que automáticamente respondemos con una determinada acción (encender un cigarrillo).
Es importante comprender que los hábitos no son una respuesta estructurada del cerebro, sino programas que se implementan repetidamente a lo largo del tiempo; por tanto, lo positivo es que este tipo de hábito se puede cambiar fácilmente (dependiendo de la gravedad del mismo, la importancia que se le dé, el tiempo pasado desde el que empezamos a asumirlo, etc.); de hecho, este circuito puede interrumpirse en cualquier momento, activando la corteza prefrontal con la decisión de hacer algo diferente.
Sin embargo, es necesario crear las condiciones de apoyo y las motivaciones para el cambio, y por ello es necesario modificar el entorno cotidiano encaminado a acoger el nuevo patrón de comportamiento.
Todos los comportamientos que son productivos y fuente de placer refuerzan nuevos hábitos y ayudan a inhibir viejas estrategias y comportamientos.
Estos hábitos son los de menor importancia porque son los más fáciles de cambiar y normalmente no afectan a nuestros resultados.
Cómo cambiar los hábitos de comportamiento
Como ya hemos mencionado, este tipo de hábitos son los más fáciles de reemplazar.
Simplemente asumir otro tipo de hábito de comportamiento en contraste con el que queremos cambiar y continuar usándolo por un período determinado y eso es todo.
¿Cuánto tiempo?
Aquí podría decirte un número aleatorio sin temor a que se demuestre lo contrario porque hay muchas teorías al respecto, pero ninguna ley comprobada sobre el tiempo que toma. Algunos dicen 21 días (que es la cantidad de tiempo necesaria según Maltz y Deepak Chopra), algunos dicen 30, algunos dicen 14 días.
La repetición es lo que se necesita en este caso y puede consistir precisamente en la nueva conducta positiva repetida en el tiempo que, por tanto, sustituirá a la negativa que queremos cambiar.
Cuanto mayor sea la coherencia entre el comportamiento que queremos cambiar y nuestra imagen, más el foco debe consistir en implementar el nuevo comportamiento ya que no habrá sabotaje a nivel subconsciente.
Hábitos derivados de las creencias
Pongámoslo de esta manera: tu mente es el hardware, tus creencias son el software. Desde el momento en que nacimos, especialmente en los primeros años de vida, todo aquello en lo que creemos ha sido “instalado” como un software por las personas que nos han cuidado: padres, abuelos, hermanos mayores, profesores, etc.
Nuestras creencias son un conjunto de ideas, imágenes, pensamientos, condicionamientos y hechos que se nos inculcan y que van directo al inconsciente. Sin entrar en demasiados detalles, una vez que se te haya instalado una creencia, harás todo lo posible para confirmar esta creencia.
Los hábitos derivados de las creencias son un conjunto de creencias que se refieren a un tema específico: tenemos hábitos sobre el dinero, los de negocios, los de emprendimiento, los de amor, los de la vida en general… la forma en que interpretas tu negocio depende de los hábitos credenciales que te han inculcado en tu mente (subconsciente como veremos mejor más adelante) los diversos subjetos antes mencionados, comenzando por los padres.
Actuarás y, sin exagerar, verás el mundo a partir de tus creencias, que se han consolidado con el tiempo y que ahora forman parte de tu ser, de tu YO.
Tomemos un ejemplo simple.
Digamos que quiere ganar exactamente el triple de lo que gana ahora. Si ya estás pensando que no es posible, que ganar mucho dinero te hará un egoísta, que al fin y al cabo el dinero no da la felicidad, etc., lo único que haces es dar voz a tus convicciones. ¿Y adivina qué? No podrá aumentar sus ingresos hasta que cambie tus creencias sobre el dinero. Recuerda: Tus acciones están determinadas por tus hábitos, en este caso tus hábitos derivados de tus creencias.
La reprogramación mental es fundamental para cambiar tus creencias y por tanto poder actuar en base a nuevos paradigmas que te permitirán alcanzar nuevas metas.
Cómo cambiar los hábitos derivados de las creencias
Estos son más difíciles de reemplazar y pueden ser la explicación de algunas maneras de actuar, por lo que es más o menos fácil cambiar un comportamiento.
Este tipo de creencias se cambian con la repetición a través de la inmersión.
Escuchando una y otra vez audios o viendo videos sobre un concepto específico, te convences de que eso es real, de que es correcto: sin embargo, el problema surge cuando buceas sin saber cuáles son tus creencias, actuando solo sobre una parte específica del hábito y por tanto no consideras la idea que tienes de ti mismo (la imagen de ti mismo), o no das importancia al entorno en el que te desenvuelves a diario o a las solicitaciones a las que sigues respondiendo automáticamente.
Por ejemplo: empiezas un curso de reprogramación mental y sigues viendo los noticieros o leyendo las noticias, o empiezas un curso de cómo aumentar tus ingresos mensuales y sales con gente que está en el paro o sin ambiciones (recuerda que nosotros somos la media de las 5 personas con las que pasamos más tiempo). En estos casos, lo que estás tratando de aprender para cambiar tus creencias (y por lo tanto tus resultados) va absolutamente en contra de lo que tu entorno continúa inculcando en tu subconsciente. Y así no funcionará.
Veremos en el proximo articulo el tercer tipo de Habito, el más importante y el más difícil para cambiar: los Hábitos Personales.